Nuevo desafío a Pekín desde Estados Unidos.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, certificó este miércoles ante el Congreso que Hong Kong «ya no es políticamente autónoma» de China, por lo que deja de merecer un trato especial bajo la legislación estadounidense, aseguró.
La decisión podría tener graves consecuencias para el comercio entre Hong Kong y EE.UU., y el futuro de las inversiones en la excolonia británica, que cuenta con mayores libertades que el resto del país.
«Ninguna persona puede asegurar hoy que Hong Kong mantiene un alto grado de autonomía de China, dados los hechos en el terreno», afirmó Pompeo en un comunicado.
Sus declaraciones se producen en respuesta a la controvertida ley de seguridad que debate el Parlamento chino para imponer en Hong Kong, después de años de intensas protestas en el territorio contra el rol de Pekín y por mayores libertades.
Qué supone el anuncio de Pompeo
El estatus especial de Hong Kong bajo la legislación estadounidense proporciona al territorio condiciones favorables comerciales, en el marco del acuerdo alcanzado cuando la excolonia británica volvió a manos chinas en 1997.
Pero ese estatus especial está condicionado a que el secretario de Estado de EE.UU. certifique cada año que Hong Kong mantiene suficiente autonomía de China.
Si el secretario de Estado no lo certifica así, el Congreso de Estados Unidos puede revocar a la región ese trato preferencial.
Ello significaría que Hong Kong sería tratado de la misma manera que China en cuestiones comerciales y de otro tipo, lo que podría poner en riesgo un comercio por valor de miles de millones de dólares entre Hong Kong y EE.UU., y disuadir a inversores de apostar por la región.
También dañaría a la China continental, que utiliza Hong Kong como una suerte de intermediario en sus transacciones con el resto del mundo.
Empresas del continente o firmas multinacionales usan la región de base regional o internacional.
Poco después de las declaraciones de Pompeo, el prominente activista prodemocracia Joshua Wong pidió a los líderes de EE.UU., Europa y Asia que siguieran el paso dado por el secretario de Estado y reconsideraran el estatus especial comercial de Hong Kong si Pekín impone su ley de seguridad.
«Una vez que la ley sea implementada, Hong Kong será integrada en el régimen autoritario chino, tanto en cuestiones de protección del Estado de Derecho como de los derechos humanos», manifestó.
No obstante, aún hay margen de maniobra, advierte Bonnie Glaser, consejera sénior para Asia y directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington.
«China ha puesto en marcha un proceso y ahora Estados Unidos ha hecho lo mismo. No hay nada automático sobre los próximos pasos que tomará cada uno»
Pekín, por un lado, aún debe redactar la versión final de la ley, promulgarla e implementarla; mientras que el Departamento de Estado de EE.UU. aún tiene que mandar un informe al Congreso revocando la certificación de Hong Kong.
En el caso de China, «aún hay que ver lo que hará y a qué ritmo», comenta Glaser. «Lo mismo ocurre con EE.UU.», agrega.
Si el Departamento de Estado da el próximo paso, «EE.UU. entonces tendrá que decidir cómo revisará la manera en la que trata a Hong Kong en diversas áreas y políticas que Estados Unidos ha aplicado con China continental podrían ser usadas con Hong Kong, como aranceles, controles a la exportación, restricciones a la inversión…».

Hay otro paso que también podría dar Washington, por separado: optar por imponer sanciones sobre entidades chinas o individuales que se demuestre que están incumpliendo la Ley Básica -la mini Constitución hongkonesa- o el acuerdo sino-británico de 1997, añade Glaser.